La pastoral penitenciaria se realiza como un anuncio del amor misericordioso de la Trinidad en medio de la fragilidad humana. A través de la escucha, la oración y el acompañamiento, se lleva esperanza a los privados de la libertad, recordándoles que Dios no abandona a nadie y que su gracia puede transformar cualquier vida. Con humildad y compasión, se busca ser signo de reconciliación y camino de nueva vida.